Diccionario Lucumí Diccionario de Flores y Plantas Pulseras y Collares Pagina Principal

Los Orishas no son más que los intermediarios entre la divina trilogía Olofi-Oloddumare-Olorum y los hombres; pues el Dios Supremo no se ocupa de los problemas humanos y para ello creó y da poder a los Orishas.

La Santeria Cubana y sus Orishas

La fundación espiritual de la Santería es la reverencia por nuestros antepasados. Es sólo después que uno ha establecido una base sólida con los egún (muertos) que uno puede entrar a la dispensación espiritual de los Orishas. Esto se hace a través de varios rituales e iniciaciones.

En la Santería cubana tradicional, el primer nivel de estas iniciaciones es la puesta de los elekes, o collares, donde el iniciado llega a ser miembro del linaje espiritual de su padrino o madrina, y adquiere las bendiciones y las protecciones que eso trae consigo. En esta iniciación, el iniciado recibe los collares que contienen el aché de Obatalá, Yemayá, Changó, Ochún, y Eleguá, y éstos llegan a ser sus protectores, dandole guía, amor, y la ayuda que necesite.

La recepción de los elekes es una ceremonia elaborada y hermosa, y es tan importante que se considera medio-asiento, o la iniciación a medias en Ocha.

La segunda iniciación consiste en recibir los Guerreros. Estos son Eleguá (pero aquí es recibido generalmente en forma de una piedra o fundamento), Ogún (en forma de un caldero de hierro con sus herramientas), Ochosí, y Osún. Con la medicina de estos cuatro Orishas se abren los caminos, y los santeros han observado que son más efectivos cuando trabajan juntos, así que los cuatro son dados al iniciado en un mismo ritual.

La iniciación final es hacer santo (en el uso del dialecto cubano, decir 'santo' es igual que decir 'Orisha'). El nombre propio de este complejo ritual que toma siete días es "kari-ocha", o 'asentar el Orisha', donde se dice que el Orisha tutelar del iniciado 'es sentado' o coronado en la cabeza del iniciado. Durante esta iniciación mayor, que sucede sólo una vez en la vida, se hace una lectura importantísima con los caracoles, conocida como itá, donde los tabúes y los detalles más importantes del destino del iniciado son marcados por el Orisha tutelar, y donde varios Orishas hablan.

Este sistema de adivinación es conocido como diloggún, los caracoles o itales, y es algo diferente del sistema de Ifa, que es el otro oráculo importante de la Santería. A partir de este evento en su vida, el iniciado es considerado iyawó (literalmente, 'esposa' del Orisha, independientemente del género) por un año entero, donde debe vestir de blanco y seguir varios tabúes para proteger su nuevo estado espiritual y mantenerse puro.

No todos los Orishas pueden ser coronados en este ritual. Algunos se reciben de otro modo. Los Ibeyi (los Gemelos), por ejemplo, son recibidos como figuras de un chico y una chica, que son preparados por un santero y proporcionan prosperidad y alegría.

Otros Orishas no se coronan directamente, sino que por medio de uno de los orichas principales. Erinlé o Inlé, y también Olokún, se coronan sólo a través de Yemayá y no por sí mismos, y muchos los consideran 'caminos' de Yemayá. Dadá se corona vía Changó y es considerado un 'hermano' de Shango.

Finalmente, hay una clase poderosa e informada de sacerdotes en la tradición lucumí conocida como los babalawos, que se traduce como 'padres de los misterios', o 'padres de los secretos'. Ellos conocen el cuerpo inmenso del folklor, las oraciones, los secretos, las leyendas, y los métodos que se contienen en Ifa, que es el nombre de su oráculo, así como del Orisha que sirven . Ifa es el nombre del sistema profético que sólo los babalawos pueden trabajar, que vendría siendo considerado las sagradas escrituras orales de la Santería. Orula es un Orisha que no se corona. Cuando un babalawo se inicia en Ifa, nacen en él los dieciséis Odus, o misterios, no el Orisha. Central a la cosmovisión de los Yoruba es la idea de Ori, o el destino.

Ori es el nombre de la cabeza física, así como de la conciencia, o del ser, pero se traduce también como "destino", o "sendero escogido". Es el equivalente al atman del hinduismo, al ba de los egípcios, o al espíritu. Hay muchos elementos complejos y entrelazados que lo componen.

Ori contiene los elementos ancestrales, contienen nuestro carácter, y por supuesto la cabeza es donde tomamos las decisiones, y es donde nuestros pensamientos, ideas, palabras, y a la larga nuestras acciones se originan, así que la cabeza es un símbolo apropiado para cómo se origina el destino y el carácter. Para los Yorubas y dentro de la tecnología metafísica santera, Ori es también un Orisha. Es el Orisha personal e individualizado con que nacemos, lo que hoy los metafísicos están llamando la Presencia Yo Soy, y que camina con nosotros a través de nuestra vida entera. Es EL UNICO Orisha que puede ir dondequiera que vayamos, y nos acompaña siempre en todos nuestros viajes.

Los Yorubas creen que un Ori contiene todo el aché que se necesita para alcanzar todas las cosas que podamos y querramos alcanzar en esta encarnación, y sin Ori nada es posible. Es, para cada individuo, el Orisha más PODEROSO, y la matriz de energía que contiene al anteproyecto de nuestro destino escogido desde antes de nacer. En la creencia yoruba, cada cual elige su Ori antes de nacer, al pararnos ante Dios y pedir una oportunidad para encarnar. Así, adquirimos un destino como parte del proceso de NEGOCIACIÓN de una oportunidad en la Tierra, y obtuvimos 'un ori', una cabeza, una identidad.

El Ori es una entidad viviente y un agente activo en esta vida. Es un Orisha personal, el mas importante que cada cual tiene, se le puede orar, pedir, agradecer, y fortalecer por medio de ciertos rituales. También elegimos antes de nacer nuestro Orisha tutelar, que es uno de los Orishas importantes que se elige para que nos ayude con su aché a lograr aquellas metas, retos, y proyectos que queríamos realizar en este planeta.

Basado en lo que sabemos de Ori, es una metáfora no sólo para nuestra habilidad de volición y toma de decisiones, sino también para la combinación de genes de los padres cuando sucede la concepción, que es un proceso al azar donde nuestros Egun, o antepasados, contribuyen con sus atributos a formar una persona extraordinaria y nueva. Hay muchos acontecimientos al azar que suceden en la concepción, y en la cosmovisión de los Yoruba, estos hechos son gobernados por nuestra elección prenatal de Ori. Por lo tanto, se dice que Ori se escoge antes de la concepción.

Uno de los aspectos más importantes e interesantes de la espiritualidad yoruba y su tecnología sagrada consiste en su insistencia en ayudar al iniciado a alinearse con su Ori para cumplir mejor su propósito y potencial en esta encarnación.

Nuestra relación con los ancestros y Ori también nos ayuda a abrirnos a desarrollar los dones y abilidades heredadas.

Todo esto ilustra también cómo la espiritualidad Yoruba honra la individualidad de cada persona y los dones únicos que trae cada cual.

En fín, este es un resumen muy básico de la espiritualidad de los Yoruba. Cualquier persona que desee entrar en este sistema religioso, debe buscar un ile (casa espiritual) en su ciudad o área, y desarrollar una relación con un mayor en la religión.

 

OLOFI-OLORDUMARE-OLORUN

OLOFI: Olofi es la personificación de la Divinidad, la causa y razón de todas las cosas. Nació de nadie, por sí mismo. Vive retirado y pocas veces baja al mundo. No tiene tratos directos con nadie, pero sin su ayuda nada se puede conseguir.
Olofi hizo al mundo, a los santos, los animales y los hombres. Fue él quien repartió poderes a los orishas para que se crearan todas las cosas y por eso se dice que tiene los secretos de la creación.
Olofi hizo que Orula echara los secretos de la adivinación por la boca y fué por eso que pudieron llegar a los hombres.
Puede utilizar y utiliza a todos los orishas como mensajeros, pero para predecir la muerte emplea a Osun
.

OLORDUMARE: Olordumare es el universo con todos sus elementos. Es la manifestación material y espiritual de todo lo existente. Es tan grande que no se asienta, no se le ofrenda ni se le pide nada directamente. Hacia él nos dirigimos por medio de Olofi. Implica una inteligencia tácita de las cosas, la sujeción a leyes.
Siempre que escuchamos su nombre pensamos en lo indescifrable. No tiene día de celebración, hijos escogidos, leyenda ni color. Es superior a todo orisha, no tiene otá y su nombre no puede pronunciarse sin antes tocar la tierra con la yema de los dedos y besar en ella la huella del polvo, tal como se hace con Yewá. Está en todas partes, en todos nuestros actos, en la sabiduria de Olofi, en la bondad de todos los orishas y en Echu porque tambien el Bien y el Mal forman un todo el Olordumare

OLORUN: Olorun es el sol, la concreción perennemente visible de la divinidad. Es la manifestación más sensible y material de Olofi y Olordumare, y a la que los religiosos se vuelven cuando piensan en estos. Es la fuerza vital de la exixtencia y, gracias a su calor y energia, hace crecer las cosechas, existir el día y la noche, mover las aguas y los vientos. Es signo de vida y de creación vegetal, sustento de la existencia en el plano terrestre. Olorun es el dueño de la luz, de los colores, del aire, del aliento y del soplo de la vida. Tambien lo es del vigor y del esfuerzo.
Los creyentes, y en particular los babalawos, lo saludan parándose frente al sol con los brazos bien abiertos hacia el frente y con las palmas de las manos hacia arriba.

Los Orishas

LOS SANTOS GUERREROS

EGGÚN Es el Alma o Espíritu de los muertos, los depositarios de los secretos del saber. El concepto de Eggun comprende a los espíritus de los antepasados, de los difuntos cercanos, de aquellos que fueron iniciados por el mismo padrino que tiene el creyente vivo, así como por otros que pueden acompañarlo para brindarle su apoyo, auxilio y consejos; aunque consideran que hay algunos de gente malvada que pueden ser manipulados para hacer el mal.

ELEGGUÁ-ESHU Es el primero de los Santos Guerreros. Una de sus tareas principales es la de guardiero ya que, según la leyenda, fue una gracia que le otorgó Olofi en recompensa a su dedicación.

Todas las ceremonias comienzan con la invocación a Elegguá, el pedirle permiso para iniciarla, por lo que cualquier acción que se vaya a acometer en la vida hay que consultarla primero con él. Elegguá obra como el dueño de los caminos, quien los abre o cierra a su antojo, el que marca las encrucijadas de la vida. Tiene las llaves del destino, franquea y cierra las puertas de la felicidad o la desgracia; dueño del futuro y el porvenir. Es la personificación del azar y la muerte, por lo que se encuentra vinculado a Eshu.
La pareja Elegguá-Eshu constituye la expresión de las inevitables relaciones entre lo positivo y lo negativo. En la puerta de la casa reside Elegguá marcando con su presencia la frontera entre dos mundos: el interno de seguridad, y el externo de peligro donde reside Eshu; y por ello, la pareja es indisoluble a pesar de su oposición. Elegguá protege el hogar y cuando se presentan problemas es que ha entrado Eshu. Elegguá es un niño. Su collar es de cuentas alternas en color rojo y negro, que representa la vida y la muerte, el principio y el fin, la guerra y la paz. Elegguá es también la alegría, amigo de hacer bromas, de jugar con los creyentes; pero a la vez, es victimario implacable aplicando los castigos más severos a los que incumplan sus designios. Si se le va a ofrendar a algún santo, primero hay que homenajearle a él. Los lunes de cada semana, y los días 3 de cada mes, antes de las doce del mediodía, se le saca de su velador, se pone un rato al sol y se le unta manteca de corojo para recibir su comida.
Una piedra de sabana, verdadero otán de Elegguá, con los polvos de Orula es lo que usan para prepararlo; con omiero se humedece un poco de cemento en el que se mezclan otros materiales mágicos y se modela el rostro que le representa. Este es el llamado Elegguá de masa, al que se le incorporan tres cauries para conformarle los ojos y la boca.

OGGÚN Oggún es el segundo de los santos guerreros, uno de los más antiguos orishas, símbolo de fuerza primitiva y energía terrestre. Hermano de Changó, Elegguá, Ozun y Orula. Violento y astuto. Patrón de los herreros, macheteros, mecánicos, y de los que conducen todo tipo de vehículos. Su collar es de cuentas verdes y negras alternas. A veces una simple herradura o un clavo de línea férrea lo representa; sin dudas, una de las divinidades más complejas de la santería cubana. Oggún es travieso y astuto como Elegguá, pero más voluntarioso. Sus símbolos son el machete, palas, picos, cadenas, y demás herramientas férreas. Está equiparado en Matanzas a San Juan Bautista; en otros sitios a San Pedro. Oggún vive en el monte y tiene muchos caminos o avatares, pero en los ilé-osha o templos, lo personifican en un caldero de hierro con tres patas y herramientas metálicas de todo tipo.

OCHOSSI Ochossi, también guerrero, es el representante de la cacería y posée como símbolo y atributo el arco y la flecha que se incorpora, personificándose dentro del mismo caldero de hierro de Oggún. Es el protector de las prisiones y "tener letra de Ochossi" significa estar en camino hacia algún problema de justicia. Se dice que fue mago y adivino; mitológicamente hijo de Yemayá y hermano del médico por excelencia, Inle. Se le sincretiza con San Norberto. Ochossi es el mejor de los cazadores y sus flechas no fallan nunca. Su nombre completo es Ochossi Oddi Mata.

CHANGÓ Dueño del rayo y de los tambores. Utiliza un hacha bipétala. Colores rojo y blanco combinados. Sincretiza con Santa Bárbara. (4 de diciembre).
Changó es uno de los orishas más venerados de la religión de origen yoruba en Cuba, el más fuerte e importante. Dios del rayo, el fuego, la guerra, de los itú batá (tambores sagrados), del baile, la música y de la gallardía viril. Representa el mayor número de las imperfecciones humanas: buen amigo, trabajador, valiente, adivino y curandero; pero también mentiroso, mujeriego, pendenciero, jactancioso, jugador y bebedor.
Yemayá, si no es la madre carnal de Changó, lo adora como una madre. Su padrino Osain fue quien le dio el secreto de las hierbas.
Valiente y atrevido; hecho al desafío y al reto, Changó se muestra orgulloso de sus virtudes machistas, poseído de su fuerza y belleza varonil. Antiguo rey guerrero convertido en dios, marido de Oyá la guerra, de Obbá la fiel, y de Ochún la seductora, es uno de los mayores dioses tutelares de la santería cubana.
Changó, en uno de sus caminos o avatares es reconocido como Obbara


OSHÚN Es dueña de la feminidad, del amor, y del río. Es el símbolo de la coquetería, la gracia y la sexualidad femenina. Amante de Changó e íntima amiga de Elegguá que la protege, siempre acompaña a su hermana Yemayá. Vive en el río y asiste a las gestantes y parturientas.
A Ochún se la representa como una mulata bella, simpática, buena bailadora, fiestera y eternamente alegre, muy sensual. Su color es el amarillo oro como las riberas arenosas de los ríos. Incondicional aliada de los Babalawos, y al ser secretaria de Orula, Ochún tiene además virtudes curanderas. Sus collares llevan cuentas en número de cinco, amarillas alternadas con igual número de cuentas de color ámbar. Se le llama por Yalodde. Sincretiza con la Virgen de la Caridad del Cobre , Patrona de Cuba; y se le celebra los días 8 de septiembre.


OBBATALÁ Obbatalá en Cuba es andrógino, pues se personifica en su sincretismo con la Virgen de las Mercedes (24 de septiembre), o con el Santísimo.
Dueño de la paz y Mayor de los orishas.
Es el dios de la pureza y la justicia, también representa la verdad, lo inmaculado, la paz y la sabiduría. Se viste todo de blanco, que es su color, y se le conserva en un sitio alto.
Es un santo extremadamente riguroso, sus devotos no pueden proferir blasfemias, ni beber alcohol, ni siquiera desnudarse ante otros.
Creador de la Tierra, escultor del ser humano, dueño de las cabezas, de los pensamientos y los sueños, Obbatalá es respetado por todos los orishas, a quien buscan como su abogado.
Sus hijos son personas de férrea voluntad, tranquilas y dignas de confianza; son reservados y no acostumbran a lamentarse de sus propias decisiones.

ORULA-IFÁ Orula, Orúnmila, Orunla o Ifá, en Cuba, se refieren a una misma deidad; es decir, que en Ifá están atrapados todos los secretos (sabiduría que marca los preceptos éticos de la estructura social yoruba) a través de sus dos sistemas adivinatorios (los Ikines y el Ékuele).
Es el gran benefactor de los hombres, su principal consejero. Personifica la sabiduría y la posibilidad de influir sobre el destino, incluso el más adverso; formando una trinidad con Oddúa y Oddun. Dueño de la adivinación.
Patrono de los Babalawos.

Orula, es muy respetado y venerado, apenas existe diálogo con él, sólo establece relación de armonía con el Babalawo y su Apetebí, o secretaria, que preferiblemente ha de ser hija de Ochún, aliada incondicional de los Babalawos, quien posee también dotes de adivinación, aunque no los ejerce.
Orula se sincretiza en la religión católica con San Francisco de Asís; sus colores son el verde y amarillo; y su eleke (collar de consagración al orisha) e iddé (pulsera con iguales atributos) están adornados de cuentas alternas de ambos colores.

OBBÁ Dueña de los lagos y lagunas; eterna enamorada de Changó, su legítima esposa; su amor por él la hizo cortarse una oreja y por no poder mantenerlo a su lado se retiró a la soledad, al cementerio; es la guardiana de las tumbas. Símbolo de fidelidad conyugal, se sincretizada con la Virgen de la Candelaria.

YEMAYÁ Es considerada madre de la vida, modelo de madre universal. Sus castigos son duros y su cólera terrible; pero enormemente justiciera. Su nombre no debe pronunciarse por quien la tenga asentada sin antes tocar la tierra con la yema de los dedos y besar en ellas la huella del polvo. Negra como el azabache, sus faldas de siete vuelos anuncian el nacimiento del hombre y los dioses. Reina en el mar y en las aguas salobres; su color es el azul marino con algo de blanco, que simboliza la espuma de las olas. Sus collares se componen de siete cuentas de cristal transparente, alternadas con otras siete de color azul.

Yemayá es también la diosa de la inteligencia, de lo racional. Uno de sus avatares (camino o advocaciones) más singulares es el de Olokun, quien es también una deidad en sí misma y que vive en el fondo del mar atada a una cadena, y a quien si alguien llega a ver, se dice puede ocurrirle la muerte inmediata. Sólo se la ve en sueños, pues se cubre la cara con una máscara de rayas azules y blancas.
Yemayá, sincretizada con la Virgen de Regla , es respetada por todos los creyentes que, cuando aparece en un toque (fiesta, celebración) de santo, bien como una reina altanera o como una complaciente madre, hace exclamar a todos: ¡Oh, mío Yemayá!


OYÁ También conocida como Yanzá, es una de las amantes de Changó. Dueña de las centellas, los remolinos, vientos y temporales en general, es violenta e impetuosa, ama la guerra y acompaña a Changó en sus batallas. También es dueña del cementerio, vive en su puerta y en los alrededores, ya que en su interior residen Obbá y Yewá; designadas las tres como las "muerteras."
Junto con Elegguá, Orula y Obbatalá, Oyá domina los cuatro vientos. Oyá es el arco iris y con sus colores (menos el negro) en número de nueve, dígito que también es su número, se simboliza. Casi nunca baja por medio de un poseso, pero cuando lo hace, llega con gestos arrogantes, fuertes y violentos, batiendo el aire con su iruke, un adminículo hecho con la cola de un caballo negro con el que limpia y sacude todo lo malo.

Oyá es la divinidad más relacionada directamente con el proceso de la muerte. Está equiparada al catolicismo con Santa Teresita del Niño Jesús. Muchas veces se le invoca y se le da comida a la orilla de los ríos, mientras sus hermanas comen dentro del agua; así se simboliza la niñez de Oyá, el sacrificio de Ochún y el amor maternal de Yemayá.

OZÚN Mensajero de Obbatalá y de Olofi, Ozun también se recibe cuando se entregan los guerreros; es el vigilante de la cabeza de los creyentes, apoyándose Orula en él para tener los poderes de la adivinación y el conocimiento real y eminente. No "habla por letra de caracol (no se le consulta)" aunque siempre acompañe a los guerreros. Representa la vida misma. Su receptáculo es una copa metálica cubierta, habitualmente con una figura de un gallo en la tapa. Esta caja cerrada, que nunca debe ser abierta, contiene la carga mágica; y debe estar protegida contra eventuales caídas ya que este hecho es anuncio de la muerte o desgracias por venir de su poseedor.

OKÓ Deidad de la tierra, la agricultura y las cosechas. Patrono de los labradores. Es considerado árbitro de las disputas, especialmente entre las mujeres, aunque en general es el juez que celebra los juicios y pleitos entre orishas. Es afanoso trabajador, guardador de secretos y casto, por más que los testiculos le cuelguen hasta el suelo. Asegura la prosperidad de la tierra y las abejas son sus mensajeras. Las mujeres estériles recurren a este orisha de la fecundidad. Es el responsable de la alimentación en el mundo, ya que es la tierra misma, el espiritu generador que anima las plantas y los animales
Sincretiza con San Isidro Labrador


INLÉ Patrono de los medicos. Es la deidad de la economía atractiva o, especificamente, de la pesca y de la recolección prehortícola. Es medico, cazador y pescador. Sincretiza con San Rafael

OSAÍN Dueño de la naturaleza y la naturaleza misma. Es cazador y célibe, guardián y consultor. Es dueño de todas las plantas que tengan aché (poderes mágicos). Osain es el botánico misterioso, curandero y dueño de los secretos del monte. Osainistas pueden ser hombres o mujeres; pero éstas no pueden recibirlo hasta pasado su período de menstruación. Un resguardo de Osain la Iyalosha no está facultada para entregarlo, ya que no lo puede hacer ella. El osainista puede o no tener santo hecho; pero sí conocer muchas plantas, palos y muchos bichos

Osain no va a la cabeza de nadie (no se asienta sobre ningún devoto), y para recibirlo se hace asentando a Changó u Ochún, según sea el caso. Sincretizado con San Silvestre, Osain vive junto a Changó, come todo lo que aquél. Sus hijos son personas equilibradas, con una percepción de la vida fuera de dogmatismos, muy pragmáticas y realistas. Vive colgado en un güiro del dintel en los ilé-oshas. El secreto de Osain concierne al Babalawo, aunque no tiene que ser quien lo prepare; siendo por lo general el osainista hijo de Changó, aunque tampoco es imprescindible que tenga santo asentado.

YEWÁ Vive dentro del cementerio, entre las tumbas y los muertos. Considerada virgen, Yewá es sumamente casta y prohíbe a sus hijos todo comercio carnal; estando sincretizada con nuestra Señora de los Desamparados, o con Santa Rita.

AGGAYÚ-SOLÁ El dueño de la tierra.
Aggayú y Changó son dos santos en uno; adorando a Changó se adora a Aggayú.
Cuando un hijo de Changó está abatido, le ruega a Aggayú. Éste le traspasó a Changó el derecho de la palma, y los dos imperan en ella. Ambos se visten igual, ambos son reyes, tienen los mismos temperamentos coléricos y belicosos, comen lo mismo; dos santos que no pueden separarse.
La palma tiene un valor religioso tan sagrado como la ceiba: "La ceiba es del Santísimo, la palma de Santa Bárbara."
Protector de los trabajos de fuerza. Color rojo vino. Sincretiza con San Cristobal.

IBBEYIS Por razón de parentesco, también los Ibbeyis o mellizos Taebo y Kainde, catolizados San Cosme y San Damián, hijos de Changó y Oyá, residen en la palma. Dos Ibbeyis hembras, que son Santa Rufina y Santa Justa, se recuestan en las palmas, se aparecen junto al tronco. Changó tiene su refugio, mirador y trono en la palma real, que comparte con Oyá, desde donde protege a sus hijos.
Protectores de los niños y de los mellizos. Se representan vestidos de colores diferentes, regularmente uno en rojo y el otro en azul. Usan juguetes.

BABALÚ-AYÉ Protector contra las enfermedades de la piel y patrono de las curas milagrosas, San Lázaro, el Santo de las muletas y los perros es, junto a Ochún y Changó, una de las entidades de culto más popular y arraigadas en Cuba. Es el dios milagroso pero severo e implacable con quien no obedece o se olvida cumplir sus promesas. Según los patakís él fue muy mujeriego y en sus correrías llegó a contraer la lepra. Es por ello que con sus muletas recorre el mundo predicando las buenas costumbres y el comportamiento recto.
Acompañado de sus fieles perros, nombrados Maravilla y Siempre Viva, llagado y encorvado, camina penosamente sonando unas tablillas que anuncian su presencia, para que la gente huya y pueda librarse de su contagio. Su vestimenta es de saco de yute con retazos de cintas moradas, y porta una escobilla de varetas de palma de coco con la que, junto a la hierba escoba amarga, limpia y purifica a los enfermos. Babalú-Ayé castiga mediante la gangrena, la lepra y la viruela. Le pertenecen todos los granos, y las mujeres a quienes aconseja en asuntos amorosos.
Babalú-Ayé es portador de magia y dominio espiritual, de fuerzas ocultas a las que obedecen ciegamente. Es además muertero, sabio como Orula y justo como Obbatalá. No es solamente el dueño del carretón que conduce los cadáveres al cementerio, sino que ya en sus recintos, es quien realmente recibe a todos los muertos.

 

 

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